Iglesias con apariencia de Piedad…
Escrito por Sal Y Luz Radio en 04/08/2025
El apóstol Pablo, al instruir a su joven discípulo Timoteo, lanzó una advertencia que hoy resuena con escalofriante actualidad. Tras describir una lista de vicios que definirían los últimos tiempos (amadores de sí mismos, avaros, soberbios, traidores, impetuosos), Pablo remata con la característica más peligrosa, aquella que se esconde dentro de las congregaciones: “…que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a estos evita.” (2 Timoteo 3:1-5)
Esta “apariencia de piedad” se refiere a comunidades e individuos que exhiben una fachada religiosa perfecta, pero que carecen de la devoción genuina que transforma el corazón y la vida. Pueden recitar credos completos y defender la ortodoxia, pero NO VIVEN lo que ellos mismos predican ni permiten que el Espíritu Santo los cambie.
Jesús mismo denunció esta doble cara al hablar de los fariseos de Su tiempo: “Así que hagan caso de todo lo que ellos les dicen, pero no sigan su ejemplo porque ellos no hacen lo que ellos mismos dicen.” (Mateo 23:3, PDT). Esta hipocresía es tan perniciosa que puede llevar a sus víctimas a una doble condenación, pues Cristo sentenció: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros.” (Mateo 23:15).
La Ausencia de Amor: Cuando la Piedad se Vuelve Doble Ánimo
La piedad genuina se define como la “Virtud que inspira, por el amor a Dios, tierna devoción a las cosas santas, y, por el amor al prójimo, actos de amor y compasión.” La apariencia de piedad es solo la cáscara; es la doble cara de quien sigue prácticas religiosas sin tener un verdadero corazón para Dios.
En la Iglesia, hacen alarde de ser grandes seguidores de Cristo, pero en su vida cotidiana son aquellos que la Escritura describe como: traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios.
El Olvido de la Caridad
La manifestación más grave de esta hipocresía se da cuando se abandona la caridad, el amor práctico que Jesús mismo modeló. En estas iglesias, la doble cara se evidencia porque han dejado el amor por el huérfano, el anciano, la viuda, el visitar a los enfermos y a los que están en la cárcel, tal como Jesús lo enseñó.
Usan como excusa que ellos deben “prepararse” para predicar cada día y no tienen tiempo para hacer “todo lo demás”. Justifican a los miembros que actúan conforme a los deseos de los líderes, pero acusan a aquellos que buscan la verdad y cuestionan actos no bíblicos. En su celo por la “forma”, han olvidado lo que la Palabra del Señor enseña: que la fe sin obras es muerta.
El Riesgo en la “Sana Doctrina”: Culto al Líder y Secretismo
Aun en las iglesias llamadas de sana doctrina, se ha deslizado un peligro sutil: la obediencia estricta a los pastores o líderes, incluso por encima de la obediencia a la misma Palabra de Dios. En lugar de alentar el ejercicio para la piedad que “para todo aprovecha” (1 Timoteo 4:7-16), se promueve la obediencia ciega.
Hay cristianos e iglesias que son intolerantes a toda otra denominación, asegurando a sus congregantes que son la única opción de sana doctrina en la comunidad. Su error ya no es solo doctrinal, sino: del tipo espiritual.
Esta gente yerran en el espíritu de la enseñanza, en la santidad de vida, en la generosidad y en la vida práctica del Espíritu. Por eso cometen graves errores:
Negligencia y Secretismo: Son iglesias que siempre tratan los temas eclesiásticos en el mayor de los secretos. Tras “echar” a miembros que no se ajustan a sus criterios cerrados, lo mantienen oculto, llegando incluso a justificar sus acciones con versículos bíblicos. Mienten al decir que los miembros se han alejado, cuando en realidad son ellos quienes los han apartado de la congregación local.
Doble Rasero: Guardan secretos de los errores y pecados de sus pastores o de sus “miembros preferidos”, pero exponen constantemente el error de aquellos que no se alinean a sus “grandes visiones” del ministerio.
División Interna: Sus congregantes están siempre divididos en grupos, actuando en comunión solo con los de su círculo, dejando de lado y juzgando a aquellos que no son de su agrado.
Esta clase de congregantes, que al mismo tiempo que observan una forma bíblica aceptable, son hipócritas en su corazón. Los tales, ¿son espirituales? Me pregunto si siquiera son salvos, pues la Escritura dice sin vueltas que, SIN SANTIDAD, NADIE VERÁ AL SEÑOR; aunque enseñen y hasta en cierto punto, practiquen LA FORMA de la sana doctrina. (2 Timoteo 1:13).
La Piedad Genuina: Vivir la Eficacia del Evangelio
La Escritura nos advierte: la piedad sin eficacia es como nube de la mañana, y como el rocío de la madrugada, que se desvanece (Oseas 6:4).
¿Qué debemos hacer cuando Dios nos ofrece ser libres de nuestras penas y pecados?
El mandato es claro: TEN CUIDADO DE TI MISMO y de la Doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren. (1 Timoteo 4:16).
Un hermano que realmente vive la Saludable Enseñanza Bíblica (sana doctrina) se distingue porque:
- EXPERIMENTA Y VIVE lo que enseña. No utiliza el celo para ofender gratuitamente.
- Practica la Misericordia (amor por los desviados, visita a los enfermos y huérfanos) como Dios la ha tenido con él.
- Es Valiente en denunciar herejías, señalando el error, pero sin faltarle el respeto a sus semejantes.
- Ama al Señor, ama a los hermanos y ama a las almas perdidas.
Debemos ajustarnos a la Palabra de Dios y NO a la enseñanza tradicional de un grupo particular. Siempre tenemos que escudriñar las Sagradas Escrituras y renovarnos cada día en nuestro entendimiento (Romanos 12:2).
Lo más importante, debemos asegurar que esta hipocresía no sea cierta en nuestras propias vidas. Debemos permitir que el Espíritu Santo trabaje en nosotros, para que la piedad que se muestra en el exterior provenga de una vida cambiada, y no de una máscara que nos ponemos cuando vamos a la iglesia.
Conoces alguna iglesia asi…?