Cómo comenzó el mal?

Written by on 31/01/2022

Por qué existe un Satanás? ¿Por qué existe un ser cuyo nombre significa acusador, un “diablo” que significa calumniador, uno que “engaña al mundo entero” (Apocalipsis 12:9), un “príncipe de este mundo” (Juan 12:3114:3016:11), un “dios de este mundo” (2 Corintios 4:4), un “príncipe de la potestad del aire” (Efesios 2:2), un “Beelzebú, el príncipe de los demonios” (Mateo 12:24)? ¿De dónde viene? ¿Cómo llegó a pecar?

Las cartas de Judas y 2 de Pedro nos dan algunas pistas. Judas 6 dice: “Y a los ángeles que no conservaron su señorío original, sino que abandonaron su morada legítima, los ha guardado en prisiones eternas bajo tinieblas, para el juicio del gran día”. 2 Pedro 2:4 dice: “Porque Dios no perdonó a los ángeles cuando pecaron, sino que los arrojó al infierno y los entregó a fosos de tinieblas, reservados para juicio”.

Entonces, parece que algunos de los santos ángeles de Dios (podemos asumir, en principio, que Satanás está incluido, ya sea que estos versos se refieran a su rebelión original o a una posterior) “pecaron” o como Judas dice “no conservaron su señorío original”. En otras palabras, el pecado fue un tipo de rebelión, un deseo de más poder y más autoridad de la que Dios les había designado.

Así que Satanás y los otros ángeles caídos se originan como ángeles santos creados que se rebelan contra Dios, lo rechazan como su Rey que todo lo satisface y emprenden un curso de autoexaltación y presunta autodeterminación. No quieren ser subordinados. No quieren ser enviados por Dios para servir a los demás (Hebreos 1:14). Quieren tener la autoridad final sobre ellos mismos. Y quieren exaltarse a sí mismos por encima de Dios.

La respuesta más popular

Pero estos pensamientos sobre el origen de Satanás no responden a la pregunta con la que comenzamos: ¿Por qué existe un Satanás? Simplemente vuelven a llevar la pregunta al principio. ¿Por qué un ángel santo pecó? Aquí está la respuesta más popular de nuestra era moderna:

Todas las criaturas de Dios fueron creadas como “agentes morales libres”. Si Dios las hubiera hecho de otra manera, habrían sido simples máquinas sin voluntad propia… ser un “agente moral libre” implica que uno tiene el poder de “elegir”… mientras Satanás eligió la “voluntad de Dios” no había “maldad” en el universo, pero en el momento en que eligió seguir su propia voluntad, entonces cayó, y al persuadir a otros a seguirlo introdujo la “maldad” en el universo. (Clarence Larkin, “The Spirit World” (El mundo espiritual), 12–14)

Hay al menos dos problemas con esta aparente respuesta: (1) no responde a la pregunta y (2) asume que Dios no puede ejercer suficiente influencia en un ser moralmente responsable para mantener a ese ser seguro en la adoración a Dios para así evitar que cometa pecado.

La filosofía del “libre albedrío”

Primero, no responde a la pregunta: ¿por qué un ángel santo pecó? Decir que un ángel perfecto pecó porque tenía el poder de hacerlo no es una respuesta. ¿Por qué un ángel perfectamente santo en la infinitamente bella presencia de Dios se inclinaría de repente a odiar a Dios? El “libre albedrío”, es decir, la autodeterminación definitiva, no es una respuesta. Eso no explica nada.

“Libre albedrío” es el nombre que se le da a un misterio. Pero no es un nombre bíblico. Porque la Biblia nunca enseña que existe la autodeterminación humana o demoníaca definitiva. Esa es una noción filosófica impuesta sobre la Biblia, no enseñada por la Biblia. De hecho, esa noción filosófica fue uno de los primeros inventos de Satanás para la humanidad, para persuadir a Adán y Eva de que podrían tener autodeterminación y que esto sería bueno para ellos (Génesis 3:4-5). Ambas ideas eran falsas. Ellos no podían llegar a ser, en última instancia, autodeterminados y era fatal para ellos intentarlo. Estas nociones han destruido la raza humana desde entonces.

Calumniando el poder salvador de Dios

En segundo lugar, la apelación de Larkin a la autodeterminación angélica asume que Dios no puede ejercer suficiente influencia en un ser moralmente responsable para mantener a ese ser seguro en la adoración a Dios para siempre. El error mortal de Larkin es asumir que si Dios ejerciera tal influencia, los ángeles “serían meras máquinas sin voluntad propia”.

Esto también es una noción filosófica impuesta sobre la Biblia, no enseñada por ella. De hecho, las Escrituras enseñan de forma generalizada lo contrario: que Dios puede y ejerce suficiente influencia sobre seres moralmente responsables (¡sus hijos!) para mantenerlos a salvo en la adoración a Él para siempre.

Cuando la Biblia dice, por ejemplo, que Dios “haré que anden en mis estatutos” (Ezequiel 36:27) y que está “obrando Él en nosotros lo que es agradable delante de Él” (Hebreos 13:21) y que  “Dios es quien obra en ustedes tanto el querer como el hacer, para Su buena intención” (Filipenses 2:13) y que la obra que comenzó en nosotros Él “la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús” (Filipenses 1:6) y que Él nos “confirmará hasta el fin, para que sean irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo” (1 Corintios 1:8) y que “a los que justificó, a esos también glorificó” (Romanos 8:30). Cuando Dios  dice todo esto, quiere que dejemos de decir tonterías acerca de que esta influencia tan gloriosa nos convierte en máquinas. No es así. Es la gracia que da vida. Es eficaz. Nos mantiene a salvo para siempre. Y llamarlo fabricación de máquinas es una difamación. Si Dios no ejerciera una influencia soberana sobre nuestros corazones descarriados, todos caeríamos.

Pronto a andar lejos de Cristo,
y alejarme de mi Dios.
He aquí mi corazón, tómalo y séllalo,
Séllalo para tus atrios oh, Señor.

El “sello” de Dios (Efesios 1:13), su decisiva y constante influencia, no nos convierte en máquinas. Nos mantiene a salvo en la adoración a Dios para siempre. Nadie que esté justificado quedará sin ser glorificado (Romanos 8:30). El cielo nunca verá una insurrección entre los santos. No porque seamos mejores que los ángeles, sino porque la sangre de Jesús aseguró el nuevo pacto para los elegidos de Dios, donde Dios dice: “infundiré mi temor en sus corazones para que no se aparten de mí” (Jeremías 32:40) Compró esta promesa para sus hijos con su sangre. No cometerán traición. Alabemos a tal influencia  soberana, misericordiosa y constante. Dios nos libre de difamar su poder salvador.

Es falso cuando Larkin asume que Dios no podría haber evitado que sus santos ángeles pecaran, estando a salvo en la adoración a Dios. Es falso asumir que tal influencia soberana convertiría a los ángeles, o a los humanos, en robots. No es así.

La etapa de la redención

Entonces, ¿cuál es la respuesta a la pregunta: por qué pecó un ángel santo?

La respuesta es que Dios tenía un propósito sabio y misericordioso. Eso es la razón por la que pasó. Algunos de los ángeles santos de Dios pecaron porque su caída pondría en marcha una historia de redención que cumpliría los propósitos infinitamente sabios de Dios para la creación. Todos los insondables… juicios y todos los “inescrutables… caminos” de Dios surgen de la profundidad de su sabiduría (Romanos 11:33). “¡Cuán numerosas son tus obras, oh, Señor! Con sabiduría las has hecho todas” (Salmos 104:24). Él es el “único y sabio Dios” (Romanos 16:27). Todo lo que sucede desde la eternidad a la eternidad sucede de acuerdo a la sabiduría de quien “obra todas las cosas conforme al consejo de Su voluntad” (Efesios 1:11).

Y sabemos que fue un propósito misericordioso porque el plan de Dios antes de la creación del mundo era mostrar gracia a los pecadores indignos. El pecado surgió como parte de un plan para mostrar la gracia a los pecadores. “[Dios] quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos” (2 Timoteo 1:9). El plan antes de la creación era que Cristo sería el Cordero sacrificado por los pecadores, pecadores cuyos nombres han sido “escritos desde la fundación del mundo, en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado” (Apocalipsis 13:8). La muerte de Cristo por los pecadores era el plan antes de que cualquier humano pecara.

Dos verdades irrefutables

Pero noten cual pregunta no estoy respondiendo aquí. No estoy respondiendo a la pregunta: ¿Cómo ocurrió el primer pecado en el corazón de un ángel santo? Respondí la pregunta del por qué al decir que el primer pecado ocurrió como parte de sabiduría, los propósitos y los planes de Dios. Pero eso supone que Dios pudo asegurarse de que el primer pecado ocurriera sin que Él mismo fuera un pecador y sin convertir al primer ángel que pecó en una máquina. No conozco la respuesta a la pregunta de cómo Dios hizo esto.

Para mí este es uno de los grandes misterios de la enseñanza bíblica que no puedo explicar: el cómo Dios gobierna la voluntad de los seres pecadores, sin embargo, al hacerlo, Él no peca y no quita la responsabilidad a los seres pecadores. Veo que esto es verdad, porque la Biblia lo enseña, pero cómo Dios hace esto sigue siendo un misterio.

Recuerden que anteriormente dije que “libre albedrío”, la autodeterminación definitiva, es el nombre que algunas personas ponen a este misterio. Luego añadí que ese no es el nombre bíblico. Porque la Biblia nunca enseña que existe la autodeterminación definitiva, excepto en Dios. La Biblia no le da un nombre a este misterio. Más bien enseña dos verdades una y otra vez: Dios gobierna los corazones y las mentes de todos los seres pecadores sin que Él mismo peque y, ellos son verdadera y legítimamente responsables de todos sus pecados.

Soberano sobre Satanás

Debido a que no se nos dice explícitamente cómo sucedieron las cosas en la caída de Satanás, es esclarecedor estudiar cómo se relaciona Dios con el actuar de Satanás ahora. ¿Dios está indefenso cuando una voluntad satánica elige hacer el mal? ¿Puede Dios restringir esa decisión? ¿O eso sólo convertiría la voluntad en una máquina? La respuesta bíblica es que Dios tiene el derecho y el poder de restringir a Satanás cuando quiera. Consida estos ejemplos:

  1. Aunque a Satanás se le llama “el príncipe de este mundo” (Juan 12:31). Daniel 4:17 dice: “el Altísimo domina sobre el reino de los hombres, y se lo da a quien le place”. El gobierno mundial de Satanás está subordinado al de Dios.
  2. Aunque los espíritus malignos están en todas partes haciendo cosas engañosas y mortíferas, Jesucristo tiene toda autoridad sobre ellos. “Él manda aun a los espíritus inmundos y le obedecen” (Marcos 1:27).
  3. Satanás es un león rugiente acechando y buscando a quien devorar (1 Pedro 5:8). Pedro explica que las mandíbulas de este león son, de hecho, los sufrimientos de la persecución: “Pero resístanlo firmes en la fe, sabiendo que las mismas experiencias de sufrimiento se van cumpliendo en sus hermanos en todo el mundo” (1 Pedro 5:9). Pero Pedro dice que este sufrimiento, no ocurre fuera de la voluntad soberana de Dios: “Pues es mejor padecer por hacer el bien, si así es la voluntad de Dios” (1 Pedro 3:17).
  4. Satanás es un homicidad desde el principio (Juan 8:44). Pero es Dios quien finalmente decide quién vive y quién muere y cuándo: “Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello” (Santiago 4:15).
  5. Cuando Satanás pretende destruir a Job y demostrar que Dios no es su tesoro, debe obtener el permiso de Dios antes de atacar sus posesiones (Job 1:12) o su cuerpo (Job 2:6).
  6. Satanás es el gran tentador. Quiere que pequemos. Lucas nos dice que Satanás estaba detrás de las tres negaciones de Pedro. “Simón, Simón, mira que Satanás los ha reclamado para zarandearlos como a trigo” (Lucas 22:31). Pero Jesús es soberano sobre el trabajo de este tentador y su resultado. Él le dijo a Pedro “yo he rogado por ti para que tu fe no falle; y tú, una vez que hayas regresado, fortalece a tus hermanos” (Lucas 22:32). No le dijo “si regresas”, sino que le dijo “una vez que hayas regresado”. Cristo gobierna sobre todos los designios de Satanás. Este quiere hacer fracasar a Pedro. Jesús quiere prepararlo para el liderazgo.
  7. Pablo dice en 2 Corintios 4:4 que Satanás “ha cegado el entendimiento de los incrédulos”. Pero dos versículos más tarde Dios quita esa ceguera. “Pues Dios, que dijo que de las tinieblas resplandeciera la luz, es el que ha resplandecido en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Cristo” (2 Corintios 4:6).

Así que ahora volvemos a la pregunta sobre el origen de la pecaminosidad de Satanás. ¿Dios es impotente ante la voluntad de sus propios ángeles? ¿Hay un poder fuera de Sí mismo que limite Su dominio sobre Sus elecciones y planes? Mi conclusión es que, de principio a fin, la Biblia muestra a Dios gobernando sobre Satanás y sus demonios. Tiene el derecho y el poder de restringirlos cuando quiera.

Guardando el misterio

Entonces, el resumen de la pregunta sobre de dónde vino un Satanás pecador es este: era un ángel santo que misteriosamente llegó a preferir la auto-exaltación sobre la exaltación a Dios. Cayó en la ilusión de que la autodeterminación final era posible para una criatura finita y que esta era mejor que someterse a Dios. Esta caída fue parte del plan omnisciente de Dios. No lo tomó por sorpresa. El cómo Dios se ocupó de que esta parte de Su plan se cumpliera, sin que Él mismo pecara y sin convertir a Satanás en una máquina, es algo que no sé.

Tratar de explicar este misterio con el llamado “libre albedrío”, es decir, la autodeterminación final, es antibíblico y vacuo. Es antibíblico porque la idea de que cualquiera de las criaturas de Dios posea una autodeterminación definitiva no se enseña en ninguna parte de la Biblia. Y es vacuo porque no explica nada. La simple afirmación de que un ángel santo tenía el “poder de elegir” no ofrece ninguna explicación de por qué un ser perfectamente santo en la infinitamente bella presencia de Dios se inclinaría de repente a odiar a Dios.

Deberíamos seguir el ejemplo de la reticencia de la Biblia de hablar del origen de Satanás. El está ahí en las primeras páginas de la Biblia sin ninguna explicación. El misterio de su primer pecado sigue siendo eso, un misterio. Lo rodeamos y lo custodiamos con la verdad bíblica, para que las explicaciones no bíblicas y vacías no se extiendan como una niebla sobre las Escrituras y oscurezcan la gloria de los propósitos de salvación de Dios.

Por: John Piper


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