La Doctrina de la Depravacion Total

Escrito por en 21/02/2015

La Depravacion Total del Hombre

El tema de la “depravación total” no es uno el cual es generalmente conocido o confesado dentro del mundo de la iglesia de nuestros días. Por el contrario, está la tan a menudo repetida expresión que es aún más popular: “hay algo de malo en los mejores de nosotros y algo de bueno en los mas malos de nosotros.” Este dicho bien conocido señala cómo la doctrina de la “depravación total” es simplemente rechazada. Por lo tanto, es importante que nosotros entendamos lo que ésta verdad que concierne a la depravación total implica. La iglesia y el individuo Cristiano que ama la Palabra de Dios, deberá sujetarse a esta importante enseñanza de la Escritura.

Qué es lo que debemos entender por “depravación total”? La frase está compuesta por dos palabras cuyos significados son de por sí evidentes. “Depravación” significa maldad; corrupción; la perversidad propia del hombre degenerado. El agregar la palabra “total” a la depravación, es enfatizar sin ninguna sombra de duda la verdad de que no hay bien en lo que fuere en el hombre natural—en el hombre que es nacido del malvado Adán. La frase “depravación total” recalca de la manera más fuerte posible la verdad de la Escritura de que no hay nada bueno en el hombre natural para nada.

Esta es la sencilla enseñanza de la Escritura. Abran sus Biblias y primeramente vamos a Génesis 8:21. Allí leemos, “Y dijo Jehová en su corazón. No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud.” Usted notará en este pasaje que lo malo es desde nuestra juventud. Y Dios declara esto inmediatamente después de la inundación, cuando la única gente en esta tierra fueron Noé y su familia.

Un segundo pasaje es el Salmo 51:5, donde David confiesa, “He aquí, en maldad, he sido formado, y en pecado me concibió mi madre.” Usted probablemente ha escuchado a la gente hablar de bebés inocentes—pero el salmista insiste en que el fue formado en iniquidad y concebido en pecado. El no se consideró a sí mismo inocente al nacer—pero ya depravado.

Otra vez, leemos en Jeremías 17:9, “engañoso es el corazón más que todas las cosas y perverso; ¿Quién lo conocerá?”

Veamos ahora en el Nuevo Testamento y primero en Romanos 3:10-18 (el cual es una cita del Salmo 14), donde leemos, “Como está escrito: No hay justo, ni aún uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta con su lengua engaña veneno de áspides hay debajo de sus labios; su boca está llena de maldición y de amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre; quebranto y desventura hay en sus caminos; y no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos”

Y el mismo pensamiento está expresado poco después en Romanos 7:18, “y yo sé que en mí (esto es, en mi carne), no mora el bien.”

Estos son algunos de los muchos pasajes Escriturales, los cuales insisten acerca de la verdad de que el hombre natural es totalmente corrupto. El hombre natural es incapaz de hacer ningún bien de cualquier forma. El no puede complacer a Dios. El no obedecerá la Santa ley de Dios. El no desea entrar a la gloria eterna.

Sobre las bases de las claras enseñanzas de la Escritura, las antiguas confesiones de la Iglesia han insistido sobre esta misma verdad. Breve pero claramente, el Catecismo de Heidelberg enseña en la pregunta y respuesta 8, “Somos entonces tan corruptos de que somos totalmente incapaces de hacer ningún bien e inclinados a toda maldad? Verdaderamente, lo somos; excepto que seamos regenerados por el Espíritu de Dios.”

La Confesión Belga declara en el Art. 14.

… y habiéndose hecho impío, perverso y corrupto en todos sus caminos, ha perdido todos los excelentes dones que había recibido de Dios, no quedándole de ellos más que pequeños restos, los cuales son suficientes para privar al hombre de toda excusa; ya que toda la luz que hay en nosotros se ha cambiado en tinieblas como nos enseñan las Escrituras, diciendo: La luz en las tinieblas resplandece y las tinieblas no prevalecieron contra ella; aquí San Juan llama tinieblas a los hombres …

Y todo esto es una prueba suficiente de que la Escritura y las antiguas confesiones de la Iglesia de Cristo enseñan que el hombre por naturaleza es totalmente depravado—esto es, el es incapaz de hacer ningún bien para nada.

Sin embargo, a pesar de estas claras enseñanzas de la Escritura, muchos tratan de evadir y aún negar esta verdad evidente por sí misma. Se ha enseñado que el hombre es totalmente depravado, pero no que es absolutamente depravado. A pesar de que la frase “total depravación” no debería permitir ninguna sombra de duda concerniente al estado corrupto del hombre; algunos aún insisten de que hay algo de bueno en el hombre natural. Por lo tanto, ellos insisten de que el hombre no es absolutamente depravado. Se utiliza la ilustración de una fanega de manzanas podridas. Esa fanega podría ser descrita como totalmente podrida, si cada manzana tuviera alguna parte podrida—sin embargo quizás también tiene algunas partes buenas. La fanega de manzanas será absolutamente  podrida si cada manzana fuera totalmente podrida. Así, se dice que cada parte del ser humano es tocada por la pobredumbre del pecado—pero cada parte no es necesariamente completamente corrupta. Toda esta idea es una intención de negar la total depravación y aún retener la expresión. El hombre es un depravado, y esto es, completo—o él no es depravado.

Otras consideraciones falsas con respecto al estado natural del hombre se han levantado en la historia de la Iglesia. Hubo la opinión del Pelagianismo, el cual surgió acerca de 400 años  después de la ascención de Cristo. Pelagio, el que dió origen a esta opinión dijo que cuando Adán pecó, el se lastimó solo a sí mismo, su posterioridad no fue afectada. Posteriormente, el sugirió que cada bebé que nace en el mundo nace en el mismo estado y condición que Adán tenía antes de su caída. Cada bebé nace en esta tierra perfecto y sin pecado. Como entonces, explicó Pelagio la existencia del pecado en todos los hombres? El insistió de que nosotros nos volvemos pecadores cuando imitamos a alguna otra persona. Tan pronto como los bebés comienzan a imitar a sus padres o a otros que ellos observen, ellos se vuelven pecadores y el camino de cambiar a los pecadores otra vez en Santos es persuadiéndoles a ellos a imitar aquello que es bueno. Está dentro de la capacidad de cada hombre, dice Pelagio, el imitar el bien y merecer la vida eterna.

La idea del Pelagianismo no es extraña a las iglesias hoy en día tampoco. De hecho, es la base del “evangelio social” de nuestros días. Dentro de las iglesias hay una fuerte campaña para cambiar las condiciones sociales de nuestros días. Las iglesias están supuestas de ver de que haya mejor vivienda para los pobres y para los grupos raciales de la minoría; ellos deberán ver de que todos los hombres tengan cuidado médico adecuado y una educación conveniente; ellos deberán estar en la delantera del manejo por la integración. Entonces, de acuerdo a la teoría, si es que llevamos a cabo nuestras metas en todas estas áreas, no estaríamos tan preocupados mucho con el pecado, la maldad, y todas las formas de la corrupción. Posiblemente no necesitaríamos más cárceles. El número de policías podría ser reducido. No estaríamos más preocupados con la delincuencia juvenil y adulta. Gradualmente, este mundo se volvería cierta clase de utopía. Pero esto está basado en la vieja herejía de Pelagio de que si la gente vive en buenos ambientes, si ellos pueden imitar buenos ejemplos, entonces los hombres serían buenos. Toda esta opinión niega la verdad Escritural de la depravación total.

Otro error es la vista del Armenianismo. El Armenianismo, o libre—albedrío, esencialmente por lo general negará la verdad de la depravación total. El Armenianismo enseña que el hombre era verdaderamente totalmente depravado después de la caída; pero inmediatamente después de la caída, Dios intervino por Su gracia. La operación de esta gracia de Dios sobre todos los hombres  implica dos operaciones, las cuales mitigan la depravación. Primero, el Armenianismo sostiene que, a pesar de que el hombre por sí mismo es incapaz de hacer ningún bien, sin embargo, por una operación general de la gracia de Dios sobre el, ahora el puede hacer una cierta medida de bien.

Pero el Armenianismo enseña más. Sugiere que el hombre natural, aunque originalmente totalmente depravado es ahora capaz de aceptar a Cristo como su Salvador personal. El hombre a través del ejercicio de su propia voluntad puede rechazar o recibir al Salvador. El Armenianismo  sugiere que el hombre puede recibir a Cristo solo por gracia—pero que cada individuo tiene la suficiente gracia dada a el por Dios para facilitar el aceptar a Cristo. La diferencia entre un hombre salvo y otro no salvo, de acuerdo al Armenianismo, no se lo va a encontrar en que uno reciba la gracia de Dios y el otro no lo hace, sino mas bien en la voluntad del hombre mismo. Esta opinión falsa del Armenianismo niega tanto la verdad Escritural, la cual enseña que el hombre por naturaleza está tan muerto en el pecado, que el nunca podrá “recibir a Cristo como a su Salvador personal.”

Insistimos, en las bases de los pasajes Escriturales, que he citado anteriormente, de que el hombre está por naturaleza completamente muerto en el pecado. Separado de Cristo el hombre no puede hacer ninguna cosa buena delante de Dios. El hombre no puede hacer ningún bien “natural” o “cortés” en esta tierra. Tampoco puede ningún hombre ejercitar su voluntad para “aceptar” a Cristo—porque también su voluntad está limitada por el pecado y la muerte.

Algunos han propuesto que los hombres de este mundo, aquellos que están fuera de la iglesia, también efectúan muchos buenos actos. El hombre, aparentemente, no es siempre completamente depravado. Un cierto hombre rico puede dar un millón de dólares para construir  y mantener un hospital para ayudar a la pobre y sufriente humanidad. Es esto pecado?—o es esto bueno? Puede que su vecino no vaya a la iglesia o que ore—pero el tiene una maravillosa relación con su familia. Es esto bueno o es malo? Un hombre salva a un prójimo de ahogarse a riesgo de perder su propia vida. Es esto bueno—o malo? Estas preguntas surgen, y con ellas la pregunta: es el pecador de hecho realmente depravado?.

A la luz de la Escritura debemos aún mantener que cualquier hombre fuera de Cristo peca en cualquier cosa que el haga. Debemos ser bien cuidadosos de no equivocarnos, que es lo que nosotros pensamos que es bueno como es bueno en la opinión de Dios. El hombre ya sea que ama y sirve a Dios o no lo hace. O el está con Cristo o en contra de El. Puede que el haga algo en verdadera fe y para la gloria de Dios, o el lo hace en el servicio del hombre y para su gloria. No hay entre medio. No hace ninguna diferencia si el hombre da un millón de dólares para fundar un hospital o ya sea que el tenga una buena vida familiar, o que el salve a individuos que se estén ahogando—en todo esto, el hombre natural camina no por fe sino en pecado y corrupción. Dios, por lo tanto, juzga cada una de sus acciones como pecaminosas.

Si bien todos los hombres son totalmente depravados, a pesar de que todas sus acciones efectuadas por naturaleza son pecaminosas—aún hay obviamente, variaciones que se ven en los hombres. Todos los hombres no pecan en el mismo grado o de la misma manera. En primer lugar, el tipo y grado del pecado de un hombre está determinado por la época en la cual vive. Obviamente, hoy en día con nuestras radios, televisión y automóviles el hombre puede pecar de muchas más maneras que sus antepasados no podían. En segundo lugar, el pecado está limitado en gran cantidad por el ambiente y las circunstancias. Un hombre rico tiene los medios para pecar en muchas y más diferentes maneras que un hombre pobre. Pero ambos pecan en todo lo que ellos hacen. En tercer lugar, el grado de pecado está determinado por la edad de la persona. Un niño pequeño no peca de muchas maneras como lo hace el adulto. Finalmente, el grado y tipo de pecado en un hombre está muchas veces regulado por su propio respeto de sí mismo—su propio y egoísta orgullo. Porque un hombre malvado vive en una agradable y pacífica relación con su familia? No es porque la ley de Dios así lo requiere, sino porque el comprende que es para su propio beneficio, porque de esta manera, el vive en una relación decente con su prójimo.

Pero porqué es tan importante el que la iglesia enfatice esta verdad de la total depravación? Porqué enfatizar la terrible corrupción del hombre? Si uno no enfatiza esto, el eventualmente perderá todas las otras doctrinas significantes de la Escritura. Uno no puede entender la expiación de la cruz acertadamente, si es que el no comprende correctamente la enseñanza Escritural de la depravación. Aquel que no comprende correctamente la enseñanza Escritural de la depravación, aquel  que no entiende propiamente la depravación, seguramente que no podrá comprender correctamente la Soberanía de Dios, quien hace todas las cosas en armonía con Su propia voluntad.

Por lo tanto el Cristiano deberá entender esta verdad y enseñarla a sus hijos.

Y cada hijo de Dios deberá vivir y caminar en la conciencia de la depravación del hombre natural. No comiencen a admirar lo que el mundo es y lo que el mundo produce. No comiencen a imitar y a envidiar al mundo. Reconozcan que todos los hombres, incluidos nosotros, por naturaleza, estamos muertos en el pecado. En mi carne, dijo Pablo no hay nada bueno. Pero entonces comprendan que el creyente fue en otro tiempo liberado de tal depravación, porque el ha sido redimido sólo y totalmente a través de la sangre del Cordero.

La incapacidad del hombre

La incapacidad del hombre para obtener una relación con Dios por sus propios esfuerzos y obras es resultado de la caída de Adán.   El pecado dejó hombre espiritualmente muerto en cuanto a su relación con Dios y moralmente depravado en cuanto a su hablar, su conducta, pensamiento y voluntad, y por lo tal la Biblia lo declara “muerto en delitos y pecados”.  Esta condición es la consecuencia directa de la sentencia puesta por Dios al pecado de Adán.

“Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que comieres de él ciertamente morirás” (Génesis 2:16-17)

Aunque es verdad que Adán continuó moviéndose y respirando, Dios lo declaró espiritualmente muerto y  separado de Él en aquel mismo día.  La muerte física seria evidencia del resultado de su pecado y finalmente la muerte segunda se apoderaría del hombre para siempre.  Algo ocurrió en el hombre que rompió con aquella relación que existía y unía al hombre a Dios.  Desde entonces no hay en el hombre voluntad alguna para buscar a Dios.  Este, es por lo tanto,  el principal problema del ser humano.  Así tenemos la incapacidad del hombre para poder hacer nada por si mismo que le recomiende delante de Dios y que le otorgue la salvación.  Después de la caída de Adán la humanidad quedó muerta, alejada, “ ‘sin Dios y sin esperanza’ en el mundo” (Efesios 2:12)

En esta condición, la humanidad estaba sin esperanza alguna de poder mejorar su situación sino que era digna de la ira y castigo por su conducta pecaminosa, por tal razón Dios tuvo que enviar a su Hijo al mundo para rescatarlo de tal horrible condición.   El hombre no puede allegarse a Dios, no porque no tenga albedrío (voluntad), sino que este albedrío esta preso, esclavo bajo el poder de la carne y la voluntad de Satanás.  El apóstol Pablo dice:

“Y el os dio vida a vosotros, cuando estabais ‘muertos’ en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, ‘conforme al príncipe del aire’, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los ‘deseos de nuestra carne’ y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás…” (Efesios 2:2-3)

El resultado de la caída de Adán fue tal y como Dios lo dijo, causó muerte en el hombre.  El mismo día que pecó, ese mismo día murió.  La muerte fue espiritual y aunque el hombre se movía y caminaba, Dios dice que estaba muerto. (Efesios 2:2).  El hombre estaba muerto y no lo sabia.  Por esto dice el Apóstol Pablo que la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, cuando fue introducida la ley.   Prueba de esta muerte es real lo demuestra el hecho de que ninguna nación en el mundo desde Adán hasta Cristo fue una nación creyente.  Ni una sola de las naciones del mundo fue conocida por ser seguidora del Dios verdadero.  Un estudio a través de la Biblia o un estudio sobre la historia del mundo revela esta gran verdad.

“Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda.  No hay quien busque a Dios.  Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles…” (Romanos 3:10)

Solo basta con echar una mirada a la historia de las naciones que vivieron sobre la tierra desde Adán hasta Cristo y aun hasta el tiempo presente.  Es claro que “no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios”, todos han buscado sus propios dioses.  Los hombres han sido muy sabios en la sabiduría terrenal, en los negocios, en la ciencia, en la guerra, en la tecnología y muchas otras áreas, pero cuando se trata del Dios verdadero, han sido un colosal fracaso.  Unos adoran las estrellas, otros el sol y otros la luna; otros adoran animales tales como la vaca, el toro, la serpiente, las bestias de la jungla y hasta las aves y los insectos de la tierra.   La humanidad a creado ídolos de la naturaleza y de su imaginación y hasta de su persona.  En las civilizaciones mas adelantadas del mundo presente el dios lo es la fama, la posición, el dinero, las posesiones materiales y el YO.

La muerte espiritual ha dejado al hombre en un estado totalmente carnal e imposibilitado para poder llegar a Dios.  Aun la fe que hace falta para creer en Dios, el hombre no la posee.  El ser humano tiene fe en el mismo, en su dinero, en su trabajo, en su conocimiento, en su juventud, en su fuerza y en sus planes, pero no tiene fe en Dios y no puede tenerla porque es carnal y no quiere ni puede entender las cosas de Dios porque son espirituales y se deben de entender espiritualmente.

Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. (Romanos 8:5)

Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. (I Corintios 2:14)

El hombre muerto en el espíritu es un ser carnal y no puede acudir a Dios, no puede percibir las cosas del Espíritu Santo porque le son locura.   Así está el pecador, perdido y con el entendimiento cegado por el poder de Satanás y del pecado.

Que no significa esta doctrina: Esta doctrina enseña que el hombre es malo, pero NO enseña que sea tan y tan malo que no sea capaz de hacer algo bueno.

“¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros,siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? (Mateo 7:9-11)

El hombre aun después de la caída es capaz de hacer cosas muy buenas y las hace a diario, como nos dice Jesús, el hombre ‘siendo malo’ sabe dar comida a sus hijos. El hombre hace cosas dignas de admiración y reconocimiento. El hombre se preocupa por su prójimo, hace escuelas, establece hospitales, gobiernos y leyes para el beneficio a la sociedad, establece policías, y ejércitos militares para mantener la paz, etc. Todas esas cosas son cosas muy buenas y necesarias para que podamos convivir en el mundo de manera civilizada y en armonía los unos con los otros. PERO eso es solo desde el punto de vista humano y aunque podríamos decir que tales cosas son vistas ‘en cierta manera’ como buenas aun por Dios, no son lo suficientemente buenas como recomendar al hombre ante Dios. Al contrario, la Biblia nos dice que las justicias de los hombres son suciedades ante Dios

“Saliste al encuentro del que con alegría hacía justicia, de los que se acordaban de ti en tus caminos; he aquí, tú te enojaste porque pecamos; en los pecados hemos perseverado por largo tiempo; ¿podremos acaso ser salvos? Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento. Nadie hay que invoque tu nombre, que se despierte para apoyarse en ti; por lo cual escondiste de nosotros tu rostro, y nos dejaste marchitar en poder de nuestras maldades” (Isaías 64:5-7)

Jesús mismo enseño esto cuando dijo…

“Y oían también todas estas cosas los fariseos, que eran avaros, y se burlaban de él. Entonces les dijo: Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación” (Lucas 16:14-15)

El hombre Sí puede hacer muchas cosas ‘buenas’ PERO lo que el hombre NO puede hacer es algo que le recomiende ante Dios, y entre eso se encuentra la ‘fe’ y el ‘arrepentimiento’ hacía Dios con un corazón sencillo y humillado.

El problema de la maldad del hombre es algo serio: La condición de la maldad del hombre es tal que el hombre ‘siendo malo’ no tiene capacidad para hacer algo que sea considerado “espiritualmente bueno” por Dios y que le otorgue su favor. Jesús dijo:

“O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, o haced el árbol malo, y su fruto malo; porque por el fruto se conoce el árbol. !!Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Mateo 12:33-34)

La tendencia ‘normal’ del hombre es hacia lo malo y no hacia lo bueno. De eso nos dice Dios que es real y verdadero desde el mismo principio de la Biblia. La maldad del hombre es una doctrina que se establece desde los comienzos de la revelación bíblica y negar que el hombre sea perverso y malo es una muestra más de esa perversión…

“Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal.” (Génesis 6:5)

“Y edificó Noé un altar a Jehová, y tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia, y ofreció holocausto en el altar.  Y percibió Jehová olor grato; y dijo Jehová en su corazón: No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud; ni volveré más a destruir todo ser viviente, como he hecho.” (Génesis 8:20-21)

La realidad de esa maldad se encuentra en toda la raza humana e incluía la nación escogida de Dios, el pueblo de Israel. Por eso le dice:

“Porque los hijos de Israel y los hijos de Judá no han hecho sino lo malo delante de mis ojos desde su juventud; porque los hijos de Israel no han hecho más que provocarme a ira con la obra de sus manos, dice Jehová. De tal manera que para enojo mío y para ira mía me ha sido esta ciudad desde el día que la edificaron hasta hoy, para que la haga quitar de mi presencia” (Jeremías 32:30-31)

La depravación, perversidad e incapacidad del hombre para buscar a Dios y/ o responder al Evangelio es resaltada también por el Apóstol Pablo cuando nos habla de la condición del hombre ‘no regenerado’ ó todo aquel que no ha “Nacido de Nuevo” por obra del Espíritu Santo:

“Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1 Corintios 2:14)

Como puedes ver, el hombre carnal, es decir, el que no ha nacido del Espíritu no puede percibir las cosas del Espíritu porque le son locuras. Recuerda cuando Pablo predicó el Evangelio a Festo en Hechos y él le dijo “Pablo, estas loco, las muchas letras te han vuelto loco” (Hechos 26:24). Festo no podía percibir las cosas del Espíritu, el mensaje del Evangelio el cual Pablo le predicaba y le parecía que Pablo hablaba locuras. Pero mira aun más lo que nos dice Pablo…

“Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden;  y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.” (Romanos 8:7-8)

Pablo nos dice, que los que designios de la carne son enemistad contra Dios. La naturaleza ‘espiritualmente muerta’ del hombre tiende a NO el buscar a Dios sino el de ‘enemistarse’ contra Dios. El hombre “No regenerado” no se sujeta a la ley de Dios, no quiere sujetarse a Dios y no puede sujetarse a Dios. El hombre no regenerado no cree al Evangelio, no escucha la voz de Dios, no se somete, no responde, pues las cosas de Dios (del Espíritu) le son locura.

Pablo llega a la conclusión de que todos los hombres su naturaleza de depravación han llegado a darle la espalda a Dios…

“Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda. No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles…” (Romanos 3:10)

Nosotros los creyentes en Cristo ahora, en un tiempo también estuvimos en esa condición.  Por eso como el hombre no podía ni puede hacer nada por si mismo, Dios tuvo que hacer algo por el hombre y como para Dios no hay sorpresas, Él todo lo sabe, dice la Biblia que el plan de Redención preparado por Dios desde la fundación del mundo fue puesto en funcionamiento para rescatar a su Pueblo de la condenación.

Por que por Gracia sois salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros pues es don de Dios;  No por obras para que nadie se gloríe (Efesios 2:8-9)

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